El inventor "Cristian Colón", por Dulce |
En todo bolsillo del caballero y cartera de la dama hay
objetos inservibles… lo sabemos. Somos víctimas de las publicidades. Más interesantes
que esos engaños comerciales son las lecturas que hemos realizado, como “Los
más famosos inventores de inventos ridículos” de Ricardo Mariño, o “El país con
el des delante” de Gianni Rodari, entre otras. Nos imaginamos qué habría en un nuevo piso del edificio en el que viven los inventores más disparatados del mundo.
Aquí les compartimos algunas de nuestras invenciones, inventores incluidos. ¿Les gustan? ¡Se las vendemos!
Lo que escribimos:
En un octavo piso de un edificio vivía un inventor llamado Cristian Colón. Había inventado un shampoo. Pero no cualquier shampoo… de éste podías tomar, aparte de lavarte la cabeza. Su precio era costoso. Más de 100 dólares. Era un shampoo muy fino. Toda la gente hablaba de él. Venía en una caja que traía un vaso. La caja decía “Shampoo Zen. Puedes tomar y lavarte la cabeza”. Había de varios gustos: frutilla, ananá, coco, banana.
Dulce
En el octavo piso del edificio se agregó una vivienda. Allí se mudó un nuevo inventor. Se llama Pietro Santa. Un día estaba escribiendo una carta y de pronto se le ocurrió un invento ridículo: un lápiz que crezca cuando le sacás punta. Fue a su laboratorio y logró su invento. Le puso “agrandalápiz”. Sirve para los que rompen sus lápices o quienes escriben mucho.
Joselin
En el octavo piso del edificio se mudó un inventor que se llama Cabeza Tablón. Su invento es una cama para dormir al revés. Las vende en la carnicería. Si tiene que cortar algo, le pide la sierra al carnicero. El precio de esa cama es muy barato… solo cuesta un pasaje para recorrer el mundo. La primera que vendió la compró un pochoclero. Mientras duerme al revés, debajo de la cama, encima pone quince monos, diez jirafas, trescientos pajaritos, cincuenta cotorras que van gritando “vendo pochoclos muy caros en la cama de Don Tablón, esto es un negoción”.
Gabriela
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Hay una inventora en el octavo piso. Se llama Julieta y creó las pantuflas escoba. Si te las ponés, podés caminar y barrer el piso. Valen 900 pesos… cada una.
Julieta
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